¿Con el alcoholismo? Las cosas acaban de dos posibles maneras: Bien o mal

Con todo mi amor, a esas personas que buscan una respuesta desesperadamente (especialmente los familiares que tanto sufren), decirles que éstas vienen solas. ¿Buenas? ¡No lo sé, pero vienen!

Como decimos muchas veces, no se está medio embarazada: Se está o no se está (gran y gráfica frase que mi amigo Jose Miguel reafirma a pesar de los años de recuperación).

Lo mismo sucede con el alcoholismo: Se está enfermo o no, pero «medio» …¡No existe!

La conducta, que no la personalidad, de un enfermo es agotadora, insostenible, inaguantable e insoportable. Por muy buena persona que se esconda dentro de el enfermo mientras quién hable y decida sea la parte enferma, las cosas nunca irán bien, más bien todo lo contrario; a peor.

Tal vez a los que no comprenden la complejidad de esta enfermedad les de la sensación de que unos beben o son peores que los otros. Pero en realidad, eso no funciona así: Puede que algunos estén en una fase más avanzada y sus consecuencias nos den la impresión de ser más graves, pero esos otros que parecen «menos alcohólicos» y todavía no se han manifestado tal cómo son, sólo es cuestión de tiempo.

¿Maneras de acabar? Si esto fuera un guión de un libro o una película habría infinitas.

¿En la realidad? Sólo dos finales posibles: agonizar y morir bebiéndose la dignidad y arrastrando a todo aquél que se acerca o ponerse en tratamiento y recuperarse.

¡Tal cual, así de claro clarinete!

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