Alcoholismo: abierto todo el año, 24 horas al día, 365 días. ¡No cerramos!

El error más grave en la forma de pensar sobre esta enfermedad que existe por parte de la sociedad en general es creer que el alcohólico lo es sólo cuando se va bebido.

La intoxicación es permanente, no temporal. Una cosa son los efectos más vistosos del consumo cuando estás bajo los efectos inmediatos del abuso y otra es el estado en general del enfermo.

Los alcohólicos somos enfermos las 24 horas al día, 365 días al año.

Puede que no siempre vayamos puestos o colocados, o simplemente en un estado de ebriedad constante. Puede que no necesitemos beber cada día o sólo hacerlo en pequeñas dosis para mantener «viva» nuestra enfermedad y así evitar las consecuencias de la abstinencia o paliar la ansiedad que el consumo nos produce. Puede que no tengamos todavía una pérdida de control o que nuestra tolerancia a la sustancia sea tan elevada que, a pesar de lo mucho que consumamos, parezca aparentemente que no hemos bebido. Pero aún así, si somos enfermos, estas conductas tan propias y características de la enfermedad, si no han aparecido no tardarán mucho en hacerlo si no hacemos algo para remediarlo.

Los «otros efectos» (aquellos que no son tan visibles), me atrevería a decir que son los peores. El bajón, la depresión, la tristeza, angustia, remordimiento y culpa, vergüenza, inestabilidad, obsesión constante en pensar a volver a consumir, necesidad imperiosa de hacerlo, deseo incontrolable, pensar que sólo más alcohol puede aliviarnos esa tortura interna, etc son tan o más terribles que la propia embriaguez.

Siempre hay que pensar y tener en cuenta esta situación cuando nos referimos a un enfermo.

La ignorancia y desconocimiento de esta enfermedad invita a la creencia errónea de pensar y asociar alcohólico con bebido o borracho. Esto no crea más que confusión porque un enfermo es inestable constantemente (cuando bebe o cuando no lo hace) y padece en ambos estados.

» Sólo se enfada o pone nervioso cuando va bebido, pero cuando para de consumir es muy buena persona y está encantador …» – Esta, es una de las frases que mejor delatan el contenido de este artículo y nos indican los verdaderos síntomas de la enfermedad: Cuando va bebido, es insoportable, ridículo, ofensivo, impertinenete e insultante en muchas ocasiones, se comporta inadecuadamente, está eufórico, etc. pero luego, cuando pasan los efectos de la intoxicación directa (porque el alcohol, aunque descanses sigue ahí, haciendo su trabajo), les viene el «bajonazo» entrando en un estado opuesto de nerviosismo, ansiedad, irascibles, preocupados y angustiados, temerosos, dóciles y sumisos, arrepentidos, y con falsa humildad que hace qué su actitud nos desconcierte porque es muy diferente a la de apenas unas horas o días atrás. Evidentemente, en esta fase del ciclo continúo, el enfermo es encantador, embaucador, y todo lo que haga falta para compensar su mala conducta haciendo todo lo posible para buscar el perdón y la aprobación externa.

En resumen, no confundir una persona bebida o intoxicada con un enfermo, porque éste último es inestable emocional y conductualmente haya bebido o no, además de que su mente nunca está en la realidad sino en la visualización y búsqueda de la próxima copa.

Deja un comentario

Debes iniciar sesión para escribir un comentario.