¿Alcohólicos cabreados o enfermos felizmente rehabilitados?
No entiendo el concepto «alcohólico cabreado». Sé a que se refieren cuando lo dicen, pero no comparto ni jamás he sentido esa sensación.
Hablan de alcohólicos cabreados sobre aquellos que permanecen en abstinencia pero en el fondo siguen actuando del mismo modo que si bebieran.
Es más, si alguien me pidiera ayuda y se comportara de este modo, se la negaría.
Se la negaría no por falta de humanidad, sino para hacerle un favor. Ayudar a alguien que deja de beber físicamente pero no lo hace mentalmente es lo mismo que nadar para acabar muriendo en la orilla.
Desde que dejé, decidí y me comprometí a no querer beber, jamás he estado enfadado por ese motivo. Todo lo contrario, la vida me ha sonreído y me ha venido todo de cara.
Claro que he tenido muchas adversidades, obstáculos y malas etapas vitales. Pero eso no sólo me pasa a mí sino también al resto de la humanidad, sean o no alcohólicos.
Una cosa detesto por encima de las demás cuando alguien tiene la oportunidad, la ayuda y los recursos para recuperarse: ¡Qué no sea agradecido!
A día de hoy, no es que no pueda beber: ¡Es que no quiero! Y en mi programa esa ha sido siempre la máxima. Aquel que no ha sido capaz de comprenderlo, jamás puede encajar con nuestra filosofía de recuperación.