¡Agarrarse a la cuerda cómo sea!

Me atrevería a decir que tiene más de literal que de metafórico el símil de la cuerda. Es una manera gráfica de ver hasta que punto la ceguera alcohólica nos impide darnos cuenta de lo mal que estamos:

Cuando un alcohólico está entrando en lo más profundo de su enfermedad y sigue negando y no reconociendo su problema, realmente es lo mismo que estar en lo profundo de un pozo enfangado y con el agua al cuello y nos lanzan constantemente desde arriba, el exterior, una cuerda para que  nos agarremos a ella y no perezcamos ahogados.

La cuerda tiene un límite (se sobreentiende que es el máximo hasta el cual puede llegar la familia, pareja, amigos,… a ayudarnos) pero incluso teniendo la distancia justa para asirla, seguimos hundiéndonos pensando que la cuerda por sí sola se hará más larga o ella misma nos atará para rescatarnos.

Me da igual como quieran llamarlo: alcoholismo, enfermedad, problemas de alcohol, o como les de la gana. Pero cuando se está en esta situación …¡Hay que agarrarse a la maldita cuerda y dejar que los de arriba, estiren y nos saquen como fuere aunque para ello nos arrastren y vayan golpeando contra las estrechas paredes del exterior!

A buen entendedor …pocas palabras.

La cuerda puede estar enfangada, resbaladiza, a una altura muy justa para agarrarla… pero hay que hacer lo que sea para inpulsarse, pillarla, y salir del pozo.