Afortunadamente, somos imperfectos.
Uno de los principales enemigos de la recuperación alcohólica es la inmediatez: rapidez, resultados que se vean enseguida, cambios radicales en poco tiempo, mejoras, etc.
Si nos olvidamos que somos personas y no máquinas u ordenadores, … vamos muy mal.
Lo primero que hay que tener claro es que lo «malo o incorrecto» que hayamos podido hacer, por culpa de los abusos del consumo, durante décadas no vamos a arreglarlo en dos días.
Somos humanos, somos imperfectos.
No sólo los alcohólicos, sino todas las personas en general.
Comprendo las prisas por poder salir del infierno, pero lo que no entiendo es tenerlas para mantenernos en el paraíso y cada día ir subiendo un peldaño.
Cuando esta sociedad comprenda que salir de una droga, sea alcohol u otras sustancias, no se limita a mera abstinencia sino a una necesidad imperiosa de crecer interior y personalmente sin el apoyo de ningún efecto artificial, es cuándo comenzará a concienciarse.
Vísteme despacio que tengo prisa
Vayamos poco a poco, dando bien los pasos, construyendo los cimientos, y agradeciendo que no somos perfectos. Cuando nos equivoquemos por pequeños detalles o conductas fuera de lugar, en vez de quejarnos y venirnos abajo, aprender de ellas y rectificar para crecer un poquito más.