Si juegas con el alcohol, abusas o lo usas, descontrolas … el lobo siempre acaba llegando.
Cada vez que sucede algo consecuencia del alcohol, lo tapamos, minimizamos, le restamos importancia y lo llegamos a normalizar.
Normalizar de tal manera que lo raro ya es que la gente no beba cuando va de marcha o hay un evento que propicia la excusa perfecta. También hemos normalizado los botellones, las macroreuniones alcohólicas en los jóvenes en fiestas, hasta el punto de convertir en “raros” a los que no beben.
Se avisa, se advierte, se proclama a los cuatro vientos de “que viene el lobo” y la gente se ríe o ya se ha acostumbrado a este mensaje. Al final, como en el cuento, viene el lobo y te come.
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